Luego de limpiar la ciudad

Luego de limpiar la ciudad
Tras la impredecible lluvia santiaguina

jueves, 12 de agosto de 2010

33

Más allá del misticismo y los diversos significados de esta unión numérica... son 33 los mineros atrapados en la pesadilla más larga de su vida, ya va una semana y nada se sabe de ellos.
Me entero en clases, y a través del (en estos casos) útil teléfono celular qué es lo que está pasando, me impresionan de mala manera las declaraciones de los fiscalizadores "sale más barato pagar la multa que invertir en prevención", es así como nos desarrollamos, viviendo, pensando, respirando dinero.. escatimando en gastos aunque esto suponga la perdida de una vida, el sufrimiento de familias enteras... son 33 almas que sobreviven bajo la misma tierra que les ha asegurado el pan durante tanto tiempo mientras los gerentes de estas empresas, seguros en los living de sus casas declaran que se ha hecho todo lo "humanamente" posible, una declaración similar a la del presidente chileno y su tropel de pelotas en donde se encuentra el flamante ministro de minería, aquel que aún no encuentra el castigo ejemplar, la multa adecuada, la llamada de atención perfecta para que aquel prevencionista de riesgos se de cuenta de que no hizo su trabajo... pero que mas da? ya casi nadie trabaja por vocación y en consecuencia, casi ya no existe la ética laboral (tampoco de otro tipo). Y como si todo esto fuera poco, llega el señor Golborne a decir sin ningún problema que casi no hay esperanzas, que aquellos a los que despectivamente llama obreros deben estar muertos, en un estado de debilidad máxima... simplemente no puedo creer que un gobierno entregue de esa manera el apoyo a tanta gente que sufre en estos momentos.

Al estudiar los tiempos perdidos de nuestra historia chilena, me doy cuenta de que seguimos en lo mismo, ya desde la llegada de los españoles que nuestros indígenas trabajaban el metal; Diego de Almagro es un fiel ejemplo de ello, las armas que llevaba en su regreso a Cuzco fueron fabricadas por estos artesanos que ya desde 1530 aproximadamente trabajaban en las entrañas de la tierra. Así como los "Chucos" en Chuquicamata en la misma época, o un poco más reciente en la guerra del pacífico o en la misma revolución industrial los mineros sufrían los abusos del patrón, aquel hombre que aún privilegia el capital por sobre la seguridad de su gente.

Nos hemos perdido, al igual que los mineros y no sabemos cómo salir, como volver a ser la humanidad en esencia, aquella empática.. preocupada, aquella humanidad capaz de amar con ternura y pasión, aquel que hace falta y que tanto juzgan aquellos que no lo sienten, el amor por el que tanto sufrió Baldomero Lillo, por que el que Victor Jara perdió sus dedos y su lengua, aquella fe en la humanidad que nos lleva a amar lo que somos... la mente y el corazón humano en todo su esplendor.

Me despido, mientras los 7,2 Ritcher azotan aún las almas ecuatorianas, mientras las bombas siguen estallando en Colombia, mientras el dólar hace lo que quiere con nuestros bolsillos, mientras quedan leyes pendientes y América Latina clama por su tierra, bajo la cual aún algún cartero de Neruda o explorador de abismos alberga la esperanza de volver a verse reflejado en los ojos llorosos de algún amado que aguarda por él metros arriba. En la superficie.

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