Luego de limpiar la ciudad

Luego de limpiar la ciudad
Tras la impredecible lluvia santiaguina

martes, 21 de junio de 2011

Las hormigas

Las hormigas habían hecho un sendero a través de la hierba; la disciplinada hilera pasaba por debajo de unos escombros para reaparecer más allá por una brecha de una muralla.
En su afanoso ir y venir se notaba la seriedad de tan febril actividad. Cada una de ellas vacilaba unos instantes frente a la que venía en dirección contraria, se tocaban las cabezas y seguían adelante cada una ensimismada en su singular propósito. Era imposible poder contarlas pero debía haber millones.
Me quedé contemplándolas por largo rato, al tiempo en que me llevaba el cigarrillo a la boca y al otro lado las luces de la ciudad tranquilizaba la vertiginosa concurrencia de sentimientos y encontradas emociones. Allí todo era perfección, orden y disciplina, nada estaba hecho al azar. Las hormigas seguían con fidelidad un patrón de comportamiento que la naturaleza habría escrito para ellas durante toda una eternidad.
De tanto en tanto daba yo un pequeño golpecito en el suelo, y se provocaba una confusión general. Salían de los agujeros, se desarmaba la fila y trataban de buscar al agresor. Luego se calmaban y reanudaban su marcha. Consiguen seguir a pesar de que el sol se ha puesto y el oscuro cielo cubre la ciudad.